Queridos lectores:
¡Feliz año 2017! ¿Qué tal ayer en las campanadas? ¿Dónde las visteis? Yo ayer estuve con mi familia cenando y cene muy agusto. Aunque había algo a lo que no le podía dejar de dar vueltas: las uvas.
A la mañana, fui a pasear con mi padre y le pregunte si podía cambiar el postre por 12 ridículas uvas. Obviamente, mi padre me dijo que no, que eso es imposible. Me dijo que las uvas eran un extra. Si quería, me las tomaba y si no me apetecía o la cabeza no me dejaba, no era obligación. Me pegué el día dándole vueltas, pero al final decidí que me las tomaría. Y cuando llegaron casi las 00:00 y me trajeron las uvas, me dí cuenta de la ridiculez a la que le había estado dándole vueltas todo el día.
Lo que hice fue "una patada a la anorexia" (como lo llamamos mi padre y yo). Y hay muchas formas de hacerlo. Por ejemplo:
-"Deja esa hojita de lechuga, que no es nada".
-"Has comido mucho, haz ejercicio".
-"No comas eso, que engorda"
En esos casos, como me enseñaron a mi, hay que hacer lo contrario. Si te dice que dejes algo, ¡cómetelo! Si te pide hacer ejercicio, no lo hagas (no digo que no hagas ejercicio, pero en estos casos no es bueno).
Yo estos pensamientos ya no los tengo. Pero me quedan dos cosas por mejorar: La imagen y el movimiento. Me cuesta mucho sentarme y me sigo viendo gorda al mirarme al espejo. Pero con paciencia y tiempo, estas dos cosas se van.
Aquí os dejo un vídeo que representa bastante bien lo que me pasa.
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